Mucho más de lo que parece
Sí. Ayer volví, como muchos días, a sentir que tenía la capacidad de hacer algo diferente a lo que se espera de una profesión como la mía.
Desagradecida en multitud de ocasiones, rutinaria en otras, estresante siempre, largamente denostada por aquellos que la desconocen, pero que sin embargo la tienen que sufrir, y poco comprendida por el público en general. No es difícil de adivinar cuál es, teniendo en cuenta que la fotografía insertada ilustra el caso que hoy motiva esta primera publicación.
Pese a que la gente lo ignora, profesión médica incluida, las dos enfermedades más prevalentes en el ser humano son la caries y la enfermedad periodontal, más comúnmente conocida como piorrea. La esperanza de tener más de 50 años estando libre de una de estas dos entidades se antoja una pura entelequia, aunque por supuesto hay honrosas excepciones. Estas enfermedades, junto a muchas otras que afectan al aparato estomatológico (que no al estómago), que es como se conoce al área oral de la que me ocupo, socavan a lo largo del tiempo nuestra salud, nuestra estética y nuestra vida social, pudiendo llegar en casos de avanzado deterioro a producir situaciones de aislamiento y ausencia de relación con los demás.
No entro a detallar todos estos procesos con minuciosidad, porque además no son el objeto de la publicación, en la que lo que pretendo es simplemente poner en valor la parte vocacional de esta dura profesión.
Sólo quiero hablar hoy de la Satisfacción, sí, así, con mayúscula, para enfatizarla, hablar del sentimiento de bienestar (y alivio) que obtenemos cuando nuestro trabajo, y el de nuestros colaboradores, llega a buen puerto tras meses e incluso años de trabajo. Por parte del paciente y de todo el equipo. Porque ese paciente vuelve a sonreír, a comer, a hablar sin ocultarse, mejora su autoestima, su confianza, sus capacidades sociales. Y muchas veces deja de sentir dolor.
Cuántas veces habré visto llorar a un paciente el día que esto pasa…cómo te cogen la mano, qué agradecidos están, cómo devuelven todo lo que hemos puesto de nuestra parte en esa pequeña gran obra de arte personalizada.
Me quedo con esta parte de mi trabajo. Con el cambio que somos capaces de generar, con la mejora que los pacientes experimentan. Con esas risas cuando te cuentan que tenían el bocadillo de jamón esperando, con esa pareja que han encontrado.
A todos aquellos que confían, gracias por permitirme ser feliz ayudándoles. Y que sean sabedores de que su a veces inevitable molestia o incomodidad también es la nuestra. Somos conscientes de ello, aunque no podamos ponernos en su lugar para ayudarles. Y que sean conscientes también de lo que me gusta mi trabajo, al que he dedicado mi vida, y mi maltrecha espalda. Y ahí seguiremos.
Artículo interesante, la salud bucal muy importante.
Muchas gracias Mel.
Muchas gracias Mel. La verdad es que sabemos que tienes toda la razón en la importancia de la higiene bucal, pero también es verdad que nos cuesta ir y solemos hacerlo cuando ya es tarde o para solucionar un problema que se podría haber resuelto antes de una forma más sencilla. Y sí, ver la alegría de la gente cuando se ve con una dentadura muy mejorada, tiene que dar mucha satisfacción. Abrazo!